Se ha mantenido inalterable en su apariencia física desde que lo escuchamos cantando “Copacabana” y quizás por eso es la viva memoria de una época y de un tipo de música que rara vez escuchamos, ese rock suave y sencillo, algo inocente que sirvió para bailar sobre el ladrillito.
Hasta la fecha ha vendido más de 50 millones de copias en todo el mundo, se ha presentado en casi todo el mundo y ha recogido Grammys, Emmys, Tonnys y hasta una nominación al Óscar.
Originario de Brooklyn, Nueva York, a los siete años ya tocaba el acordeón y el piano de un vecino. Saliendo de la secundaria se dio cuenta que lo suyo era la música, por eso empezó a estudiar música en el " New York College of Music and Julliard”, mientras trabajaba en el correo interno de la CBS para poder costearse los estudios.
La huella de Barry Manilow en la música puede parecer tan suave como su música, sin embargo es profunda en la medida en que ha influido en muchísimos artistas a los que ha producido con gran éxito. Además, su vocación por mezclar lo teatral en sus presentaciones ha mantenido vivo el espíritu de la “música vieja” que se niega a morir frente al frenesí adolescente.
Les dejo algunos frangmentos de temas de éste disco.
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